Vestido de rojo con el “The West” en el pecho, más inflado que nunca (o casi), aquel flaco de Bahía Blanca, que cuando era chico veía las estrellas por TV, disfrutó anoche por segunda vez en la carrera, y en su vida, ser protagonista del partido reservado solo para los mejores. Hace 20 años Emanuel Ginóbili soñaba con ser como Michael Jordan mientras miraba la tele, y ayer varios chicos empezaron a soñar ser como él. Gracias a la elección de los entrenadores y como consecuencia de su brillante temporada como líder de los San Antonio Spurs, el mejor equipo de la NBA, Manu tuvo la oportunidad de disputar a los 33 años su segundo Juego de las Estrellas en la mejor liga del mundo.
“Me siento feliz, es un honor. Primero, que los entrenadores me hayan reconocido; segundo, poder compartir cancha con jugadores que en el futuro serán los mejores de la historia”, había dicho Ginóbili durante los entrenamientos con bestias como Kobe Bryant, LeBron James, Dwight Howard o Tim Duncan, que regalaron lujos poco habituales durante los partidos oficiales. Volcadas espectacular, pases propios de los Harlem Globetrotters se mezclaron con la risas, aplausos y las ganas de ganar de siempre.
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