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Pero si hay algo importante que logre argentina en otro deporte va estar igual

jueves, 16 de junio de 2011

Se define en Brasil


Peñarol fue un atado de nervios y no pudo empujar a un rival que se plantó bien en el Centenario.


La Copa esperará una semana más para conocer a su nuevo dueño. El Centenario no entregó muchas certezas, acaso algunas sensaciones evidentes: Santos quedó muy bien parado tras el 0-0, sobre todo porque no le pesó jugar en un estadio que explotó y fue una caldera de presión y porque nunca se dejó llevar por delante. En esta final donde ya no hay ventajas por el gol de visitante, el Peixe se fue de Montevideo con una mueca de felicidad...


No resultó para nada sencillo el rival brasileño. Peñarol no pudo sacarle jugo a la localía. De hecho, durante gran parte del primer tiempo el equipo visitante fue el que se adueñó de la pelota, acaso la mejor manera de defenderse. El Carbonero utilizó la misma estrategia que se vio ante Vélez: no se desesperó y trató de potenciar los pelotazos rápidos para Martinuccio. Demasiado poco para poder ganar una final de Libertadores. Encima, no pudo explotar el importante potencial que suele tener en las pelotas paradas: salvo una de Guillermo Rodríguez y, al ratito, otra de Darío Rodríguez, por arriba no pesó.


El técnico Aguirre leyó con atino que la garra charrúa no alcanzaba, al contrario, Santos tuvo las mejores situaciones. Por eso pegó un volantazo y puso al veterano Antonio Pacheco, el del buen pie, y hubo un giro. Con este hombre cerebral, Peñarol pudo tener un poco de profundidad. Los últimos minutos marcaron un cambio de roles: Santos se tiró un poco atrás y apostó a la lucidez de Elano y el talento de Neymar. Desde octavos, el team de Muricy Ramalho empató y luego ganó. ¿Se repetirá la historia?

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